miércoles, 29 de octubre de 2008

Entrevista - La Nación

Por Francia Fernández / La Nación

Gustavo Frías, autor de la saga “Tres nombres para Catalina”: “La Quintrala era catalogada de mala sin razón”

Mientras redacta la última parte de su trilogía para el bicentenario, lanza “El inquisidor”. Libro independiente, en que un comisionado español persigue a unas discípulas de “Catrala” en el arte de la sensualidad. De paso, desmitifica a esta mujer “salvaje”.

Sobre Chile, Gustavo Frías dice “Sólo hemos sabido lo que somos durante las guerras: unas bestias”.

"Éste es como un paréntesis, un agregado posterior", dice Gustavo Frías, en referencia a "El inquisidor", su nueva novela, que estará a la venta esta semana, bajo el sello Alfaguara.

A diferencia de "Catrala" (2001) y "La doña de Campofrío" (2003), Catalina de los Ríos y Lisperguer no es la protagonista, sino que Francisco Alcázar Romo, un comisionado extremeño que arriba a Chile en medio de los estragos del terremoto de 1647.

La Quintrala es una leyenda en vida, que bebe aguardiente para mitigar el dolor de una enfermedad que, según los curas, "es un castigo divino por sus pecados mortales". Alcázar, en tanto, a falta de herejías que condenar, persigue a seis chicas aristocráticas, adeptas a ritos sexuales.

"El leit motiv de la Quintrala era el placer corporal. Algo que no terminó con ella", comenta Frías.

"Estas mujeres recuperan la sabiduría del gozo. Y el inquisidor, que representa el dominio español, se niega a esto".


LA COPIA FELIZ DE OTROS

La historia llegó a manos del escritor, gracias a un relato que Mónica Echeverría consignó en "Crónicas vedadas" (1999). Pero el primero en recuperarla fue Benjamín Vicuña Mackenna, quien también escribió "Los Lisperguer y la Quintrala" (1877), documento clave sobre esta mujer de ascendencia alemana e indígena y "belleza salvaje".

"Ahora él tiene varios errores", sostiene Frías, quien además es guionista de cintas como "Julio comienza en julio" y "Caluga o menta". "Dijo que ella vivió entre negras y usaba mucho la magia europea y no indígena. En realidad, se crió con los indios. Tuvo esclavos, pero su herencia fue de los aconcagua -pehuenches y hasta cierto punto mapuches-, que vivían en el valle, una raza particularmente sensual".

Catalina de los Ríos pertenecía a una familia aristocrática orgullosa de sus raíces. "Su abuelo, el cacique de Talagante, recibió de Felipe II la autorización para llevar el ‘don’, que era un título como ‘lord’, antes que Pedro de Valdivia", explica Frías. "Los Lisperguer hacían gala de ser mitad indígena, al revés de nuestro país que insiste en esconder su mestizaje".

-¿Qué otros mitos encontraste?

-Que la Quintrala era mala, porque era mala, sin una razón de esa aparente maldad. En la serie de televisión (de 1986), que es pésima, salvo por el vestuario, muestran lo mismo, que era mala porque sí.

-¿Y no era mala? (Cometió 40 crímenes).

-No, tenía otros valores. Si una negra de África -estoy inventando- mata a un mono a palos y le chupa la sangre, qué le puedes decir. Esos indios del Aconcagua, parientes de la Quintrala, también tenían sus costumbres. Insisto, eran un pueblo muy sensual. Y esa sensualidad era vista con malos ojos.

-¿Qué tan atrevida era la Quintrala para su época?

-Mucho... Si después la Iglesia Católica la ocultó hasta el punto de hacerla parecer una leyenda que se contaban los indios.

-¿Es cierto que era semianalfabeta?

-Eso se supone históricamente, debido a que, en su testamento, pone una cruz roja encima de su nombre. Pero casi no hay historia, porque las tropas chilenas que asaltaron Lima, en la Guerra del Pacífico, usaron los papeles de la biblioteca limeña, donde había gran parte de la historia de Chile, como "paja", para que durmieran los caballos

-¿Y qué aprendiste de Chile en el camino?

-Que como país no tenemos carácter. Tratamos de ser la copia feliz de otros, pero no lo somos. Sólo hemos sabido lo que somos durante las guerras: unas bestias. En Lima, los soldados violaban a las mujeres y les cortaban las "tetas".

-O sea que la Quintrala no estaba sola en sus fechorías.

-Las fechorías principales no las cometió ella, sino la sacralización española. Hitler fue un bebé de pecho al lado de estos otros. Nos tocó la peor laya del catolicismo.

Lunes 11 de agosto de 2008

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